SEXus SEXus

Quería empezar citando una frase que leí en uno de los fanzines de @n_oie_

“Hablar del deseo siendo asexual es sentirse une impostore”

A veces me siento une impostore por hablar de deseo, erotismo y sexo siendo asexual. Mucha gente entiende la asexualidad como la ausencia de la propia sexualidad, porque estamos acostumbrades a hablar de relaciones sexuales y masturbación cuando hablamos de sexualidad, pero en realidad es un concepto paraguas que agrupa nuestros cuerpos, nuestras hormonas, nuestra orientación, nuestros gustos sexuales, las prácticas que realizamos, el cómo nos relacionamos con otres, las ITS, los sentimientos, la autoestima y autopercepción, nuestros deseos, etc. El sexo solo es un componente más de todo lo que configura nuestras sexualidades. 

La asexualidad es una orientación sexual más, las orientaciones describen hacia dónde conducimos nuestra atracción y en el caso de las orientaciones alosexuales esta atracción va conducida hacia otras personas, en cambio, desde la asexualidad la atracción no se conduce hacia nadie porque parte de la base de que no hay atracción sexual.

¿Esto quiere decir que las personas asexuales no follamos? ¿Que no tenemos deseos afectivo-sexuales? ¿Qué no queremos ser deseadas sexualmente? ¿Qué no hay líbido? ¿Qué no nos ponemos cachondas?

La clave está en entender que las orientaciones no dictaminan el cómo sentimos la atracción, sino hacia dónde se conduce. Un nombre, una etiqueta, nunca podrá englobar la experiencia vital de cada persona, hay el mismo número de formas de sentir la atracción como personas somos en el mundo. Por lo que, cada une, independientemente de su orientación, tendrá una vivencia distinta de la sexualidad.

Hay un capital erótico alocentrista que aboga por el consumo de los cuerpos, nos educan para ser objetos de deseo sexual y donde el sexo es una moneda de cambio para conseguir aprobación y, por lo tanto, se convierte en la principal forma de validación. ¿Qué pasa cuando hay personas que no percibimos la atracción sexual? En parte, descuadramos este capital al reconocer que no sentimos deseo y atracción sexual hacia otras personas, en consecuencia, no podemos dar esa validación. ¿Significa que tampoco la necesitamos? 

Voy a hablar de cómo siento mi atracción, desde mi vivencia como gorde y asexual, y así poder contaros por qué, aun no sintiendo atracción sexual, sí que he necesitado y aún necesito, a veces, la validación sexual, la aprobación ajena de que soy un sujeto deseable.

Hablo desde mi propio sentir, como gorde y asexual, donde expongo que a mí las personas no me atraen sexualmente, no me ponen cachonda, no me generan deseo sexual, aunque sí me crean otros tipos de deseo como el compartir el placer y que este pueda llegar a ser sexual. Mi deseo sexual no se conduce hacia otras personas, sino hacia las prácticas y el placer propio y el de otres. Por lo tanto, las personas sí me atraen de forma romántica, afectiva y sensual, me generan fantasías y deseos, pero sin atracción sexual.

¿Por qué hago énfasis en mi identidad como gorde cuando estamos hablando de orientaciones? Por la implicación que tienen nuestros cuerpos a la hora de relacionarnos, por cómo interactúa un sistema cisheteropatriarcal y alocentrista con los cuerpos y sexualidades disidentes. Ser asexual no implica escapar del circuito del capital erótico y de necesidad de validación.

En un sistema que pone el sexo en el centro, ser asexual significa tardar en descubrir tu orientación, desconocer tu identidad, que te patologicen, recibir invisibilización, estigma y violencias, un cuestionamiento continuo y, entre otras cosas, significa que como todes, hemos crecido en una sociedad donde la belleza y el sexo conforman un capital importante capaces de construir imaginarios sociales que tomamos como referencia. Por lo que, la mayoría, partimos de las mismas dinámicas de deseo, porque lo que queremos es ser querides, y se nos ha hecho creer que eso solo puede hacerse realidad a través de la mirada sexual, y que el deseo sexual hacia nosotres va ligado al grado de belleza que tengamos en función de la norma.

Se puede llegar a entender que cuanto más alejade te encuentras de la norma, más fuerte se hace el deseo de validación, nadie quiere situarse en los márgenes donde nos han dejado claro que ahí no hay amor. Tomando esta reflexión y regresando a mi propio sentir y vivencia, la asexualidad se encuentra alejada de la norma alosexual y la gordura se encuentra alejada de la norma corporal, por lo tanto, durante mucho tiempo busqué encajar dentro de la alosexualidad y dentro de la hegemonía corporal, intentando encorsetar mi identidad en algo que no iba conmigo. Aunque ahora tenga más conocimiento y referencia sobre mi propia identidad, deconstruir el deseo de validación no es nada fácil, sobre todo porque no podemos relegar la autopercepción a una visión individual de cómo nos vemos.

La autopercepción se genera a partir de diferentes ejes, la mirada propia está construida con la mirada ajena, y la mirada ajena está construida a partir de los imaginarios sociales.

Para mí la atracción sexual nunca ha sido importante y el sexo con otras personas bastante prescindible en cuanto a mis deseos afectivo-sexuales. Aun así, durante mucho tiempo el sexo ocupó un espacio relevante en mi vida, especialmente durante los procesos de construcción de la identidad y, a veces, aún sigue ocupando espacio desde el deseo de validación y no del sexual. Siento que esto es debido a que, aunque yo no pueda entrar en el circuito (ni quiero) de validar a las personas a través de la atracción sexual porque no me atraen desde ese lugar, sí quiero ser validade sexualmente por otres. Si me validan sexualmente significa que soy deseable, por lo tanto, que mi cuerpo es bonito y en conclusión, válido, lo que me convertiría en merecedore de amor, de ser alguien querible.

 

Por supuesto, es una mierda el verbo merecer cuando hablamos de amor, porque como ya he comentado anteriormente, no es algo que nos tengamos que ganar, sino algo que ya de base tiene que venir, el darlo y el recibirlo. Pero vivimos en un sistema retorcido, donde cuesta mucho escapar de las dinámicas generadas por los imaginarios eróticos de mierda que nos han dado, así que me otorgo paciencia a mí y espero que tú puedas dártela también, que no es ningún fracaso necesitar este tipo de validación.

 

Algo que me ha aportado ser asexual y la comunidad ACE es entender que la validación es necesaria porque vivimos en sociedad, pero que la validación que nos hace sentir bien precisamente no es la que va ligada al sistema, a la norma. El hecho de ver que aquello que he necesitado y necesito, a veces, esa validación sexual venida del deseo por ser queride, es algo que yo no puedo otorgar porque no siento atracción sexual, es lo que ha hecho darme cuenta de que hay formas de validación subversivas y mucho más amorosas para nosotres. Mis vínculos (amigues, compañeres, familia, parejas, etc.) me parecen increíblemente precioses, admirables y les quiero muchísimo, no independientemente de sus identidades de género, sexuales y corporales, sino incluyendo todas esas partes y más que construyen su identidad. Entonces, si les quiero mucho sin que intervenga la atracción sexual en mi sentir, ¿por qué yo no me podría sentir querible sin esa validación sexual e incluso romántica?

 

¿Dónde hay cabida para los deseos disidentes? ¿Para la diversidad de atracciones más allá de la sexual? ¿Para las formas de relacionarse alternativas al consumo de cuerpos?

 

El deseo desde la asexualidad es deseo disidente y resistente.

 

Texto extraído de mi propio fanzine “Gordura y Deseo”.

 

Autoría: Tess Hache