SEXus SEXus

¿No monogamias? Quizá. ¿Responsabilidad afectiva? Siempre.

El poliamor, las no monogamias, la anarquía relacional, las relaciones abiertas en el plano sexual, poliamor jerárquico, no jerárquico, swingers… Estamos viviendo en una época en la que, por suerte, se habla con más frecuencia de diferentes tipos de relaciones no normativas. Aumentan los libros y artículos que tratan sobre otras formas de relaciones, alternativas a la monogamia tradicional que bebe de los mitos del amor romántico. También crecen las películas y series que retratan a personas que viven fuera del sistema monógamo y, por tanto, crecen los referentes. Si estos referentes que nos encontramos son positivos o certeros ya es otra cuestión.

Porque es habitual retratar a las personas no monógamas como personas irresponsables y emocionalmente egoístas, que lo único que quieren es follar indiscriminadamente con todo el mundo. Nos pasamos todo el día de orgías, vamos. Sin embargo, por mucho que nos lo nieguen, nuestras relaciones (bien llevadas) son compatibles con vínculos fuertes y con compromiso, con cuidados y mucho amor también.

Ahora bien, tampoco podemos creernos que por salir de las relaciones monógamas tenemos relaciones mejores ni más saludables. Porque hay quien se ve con cierta superioridad moral, quien mira por encima del hombro a las personas monógamas, como si cuestionar la monogamia fuera el sumun de la deconstrucción, la forma “buena” de relacionarse. 

La verdad es otra: por mucho que tengamos relaciones no normativas, esto no nos garantiza que hayamos dejado de reproducir dinámicas propias del amor romántico más clásico y tóxico, ni que estemos cuidando debidamente a nuestros vínculos. De la misma manera, una relación monógama tampoco implica directamente un vínculo tóxico o posesivo.

La cuestión es que encontremos el sistema relacional que nos encaje, el que nos oprima menos y el que nos permita relacionarnos como queremos, sin olvidarnos de la responsabilidad afectiva, de cuidar y tener en cuenta a las personas de nuestro alrededor.

 Si quieres tener un vínculo exclusivamente sexual, un visto y no visto de una noche, está bien (siempre que lo hables de primeras con la otra persona y queden las cosas claras).

Si como persona poliamorosa sientes atracción y ganas de que crezca el vínculo con una persona monógama, está bien (siempre que esta tenga claro cuál es tu disponibilidad emocional, cómo percibes tú las relaciones y si hay otras relaciones sexoafectivas en tu vida).

Si tú y tu pareja decidís abrir la relación de cuando en cuando para compartirla con otras personas, desconocida o no, está bien (siempre que haya comunicación clara, que realmente todas las personas implicadas tengan un deseo y consentimiento entusiasta y que no se trate a las otras personas cuál juguete sexual que ni siente ni padece).

Si quieres abrir tu relación monógama, está bien (siempre que no utilices la apertura de la relación como una excusa para evitar gestionar problemas o conflictos con tu pareja).

 

En definitiva, hablar, hablar, hablar. Hablar desde nuestras emociones, de nuestros límites y necesidades, sin esperar que las otras personas los conozcan por ciencia infusa. Hablar de nuestras expectativas relacionales, cómo entendemos nuestros vínculos, las estructuras y jerarquías relacionales, sin asumir la monogamia y todo lo que implica como supuesto sistema único. Hablar y escuchar también, para entender a las otras personas, saber cuidarlas y conocer sus límites, necesidades y deseos.

 

 

Autoría: Irene Ruiz San Miguel