SEXus SEXus

Hay preguntas que se repiten una y otra vez. Es curioso, o no tanto, que vayamos dónde vayamos a realizar los talleres, las preguntas y los significados que se manejan, son y siguen siendo lugares comunes, los mismos lugares que cuando yo tenía 15 años. Unos lugares comunes construidos en base a una sociedad cisheteropatriarcal monógama que nos lleva directas a las violencias. 

 

¿La primera vez duele? ¿La primera vez de qué? Hay muchas primeras veces pero siempre se hace referencia a lo mismo, a la penetración pene-vagina. Pero la sexualidad no comienza con esta práctica sexual.

 

Lugares y preguntas que nos ponen una y otra vez sobre la mesa, que sigue habiendo una necesidad ferviente de cambio, de Educación Sexual Integral, de perspectivas transfeministas, de derechos y de generar significados y espacios de igualdad, donde los cuidados y el placer estén en el centro de las sexualidades  y de la vida. No solo de los discursos o en ciertos ámbitos concretos, sino que estén en el centro de las conversaciones, de los besos, de las expresiones de afecto, de todos los vínculos, y lo más importante de todo, en el centro de cada una de nosotres. Que estén en el tejido que nos une, con el que nos construimos. Y para eso, aún nos queda mucho. 

 

De momento aún seguimos con la misma pregunta: ¿La primera vez duele? Vincular la idea de la “primera vez” con la penetración vaginal y el dolor es problemático y violento. No solo porque reduce el sexo al coito, a la genitalidad, a lo binario y a lo heterosexual, cosa que excluye y limita, sino porque cuando preguntan si duele, lo preguntan las “chicas”. Se refieren a si nos duele a nosotras, a las que tenemos vagina, no a ellos –Ellos tienen otras preguntas y otras inquietudes que también están construidas en base a este sistema y que tienen diferentes efectos y consecuencias, extenderse en esto, queda para otro artículo-. Se construye una idea cisheterocentrada de la sexualidad, donde el dolor tiene cabida, donde el dolor está naturalizado, normalizado.

 

El sexo está centralizado en el coito vagina-pene, como si esta práctica fuese un límite, una línea que cuando se cruza, pierdes o ganas algo según se mire, según el género.  Es una práctica que tiene mucho componente simbólico y que representa el cambio de un estado, de una fase a otra. Y está llena de juicios de valor. Lo que se viene diciendo.. “perder la virginidad”. La virginidad, es una frontera imaginaria y construida que separa, controla, juzga y limita nuestras sexualidades. En el caso que te penetre un pene, al cruzarla, hace que “perdamos algo” o que “te quiten” algo. Es decir, la idea subyacente a esta pregunta, no es que se percibe el sexo como forma de expresar nuestros sentimientos, nuestros vínculos o nuestros deseos de forma libre y placentera, y que puede aportar infinidad de cosas maravillosas y experiencias, sino que la centralidad del sexo, es el coito pene-vagina y que encima, duele. 

 

Con todo esto, no solo se está validando la idea de una relación desigual y heteronormativa donde “ellos” nos “quitan” algo a nosotras. Sino que encima es “normal” que haya dolor. Al mismo tiempo, nos llegan mensajes que indican que “la primera” vez es lo más bonito y maravilloso del mundo y, ¡ojo! que “Solo pasa una vez en la vida y ten cuidado con quién lo haces porque no te vas a olvidar nunca”. Así que, con ganas y con mucho amor, porque el amor romántico no duele, sino que cura. Y por culpa del amor romántico nos duele la intimidad que tendría que ser placer, pero no pasa nada porque “el amor lo cura todo”. Y si lo haces por amor, el dolor es el precio que hay que pagar. Y si no tienes sexo coitoncéntrico pene-vagina, pues peor aún, porque entonces ni siquiera existe, y nadie te explica nada. Y al final, nos acaba doliendo todo en nombre del “amor romántico”, o más bien del cisheteropatriarcado. Irónico, ¿no? Así que es importante acabar con esta idea y entender que el sexo NO tiene que doler, y si duele, paramos. Es más, que lo que tiene que estar en el centro es el placer, el disfrute, el goce. Y que si tenemos prácticas sexuales, tiene que ser porque las deseamos activamente, porque todas las partes las consienten de forma entusiasta, y que se pueden dejar de desear en cualquier momento, y no pasa nada, solo faltaría. Pero para eso, hay que construir un relato donde el sexo, el placer y los cuidados vayan de la mano, y consigamos deconstruir las sexualidades hegemónicas. 

 

Poner el foco en esta “primera vez” deja en el vacío el abordaje de la gestión emocional, de los límites, de toda la variedad de prácticas sexuales, de la autoexploración del propio cuerpo, los miedos, los placeres y los riesgos que se dan más allá del coito pene-vagina. 

 

Esta idea limitante de lo que es el sexo, nos deja sin aire, sin espacio habitable, antes de ni siquiera empezar a sentir deseo por alguien. Nos dicen qué deseo tenemos que sentir, qué deseo es válido y hacia quién tenemos que sentirlo. 

 

Con estas preguntas que nos siguen haciendo, y a pesar de que actualmente se tiene mucha más información, aún podemos ver cómo los mecanismos y estructuras heteropatriarcales ejercen presión y que a pesar de los discursos diversos que podemos encontrar, se sigue reproduciendo lo mismo en el espacio más íntimo.

 

Por eso, creemos imprescindible seguir escuchando las preguntas,  inquietudes, y miedos y seguir generando espacios que permitan entender que: 

 

  • El sexo NO tiene que doler, ni la primera vez de ninguna práctica, ni la quinta ni ninguna. Y si duele, paramos. (A excepción de si practicamos BDSM, pero eso es otra historia.)
  • Que el sexo, debería ser un lugar para el placer, de aprendizaje, de creación, de compartir, un lugar de autoconocimiento, de satisfacciones. No de dolor y violencias. 
  • Que si nos duele la vagina en la penetración, no es porque “se rompe el himen” y entonces es normal que duela. Si nos duele la vagina es una señal para no seguir. Es una señal de que el cuerpo nos está diciendo algo. Puede ser por muchos motivos, lo importante es parar y luego poder explorar el tuyo en concreto. Pero algunos de ellos pueden ser: nervios que hacen que la vagina se contraiga, falta de excitación, que no sea el momento justo o la práctica que más apetezca, etc.
  • Romper con la idea de que el sexo es lineal, que tiene que tener un principio llamado preliminares y un final llamado orgasmo. El sexo es un compartir circular, lleno de ondas, movimientos y prácticas, el único orden que sigue es el propio, el de cada persona y el que se genera conjuntamente.
  • El sexo deberia ser, todas aquellas prácticas sexuales que llevemos a cabo desde el consentimiento entusiasta. Ya sea el coito, la masturbación, el sexo oral, petting o tribadismo, entre una larga lista de posibilidades. 
  • Que hay muchas primeras veces en el sexo, en la vivencia de los vínculos afectivos, en la expresión del afecto… y lo importante es que hagamos todo lo que realmente deseemos sin ningún tipo de coación ni otras violencias. 
  • Que necesitamos dar toda la información sobre los riesgos y cuerpos, los placeres, las emociones y los derechos. Y todo esto abarcando todas las posibilidades de deseo, todas las orientaciones, preferencias sexuales y corporalidades. 

 

Y de esta manera, entre todas, podemos ir generando espacios donde se pueda hablar y vivir la sexualidad de forma libre, saludable, diversa, sin prejuicios y sin violencias. 

 

PD: Esta pregunta y su interpretación es el resultado de escuchar, de investigar la pregunta en los talleres con adolescentes, jóvenes y mujeres con mil preguntas más, una y mil veces para ver qué se esconde detrás. Es el resultado de cada una de las respuestas que nos dan, de cada una de las vivencias que nos comparten, de los miedos que se ponen sobre la mesa, de cada una de las voces que escuchamos en los espacios en los que abordamos las sexualidades. 

Artículo por: Laura F. Daunas