SEXus SEXus

Los espacios de ocio sexualizado existen desde hace siglos, espacios lúdico-eróticos donde ir a compartir ratos, sudores y orgasmos. Un ejemplo serían las saunas. Teniendo en cuenta el borrado histórico a manos del colonialismo en Abya Yala (y otras zonas del sur global), esta idea “de origen” muy probablemente es errónea, pues hay una gran parte de la memoria de años de civilización, cultura, y de identidad que ha sido destruida, modificada, así como reapropiada. Nos remontamos a la época antigua para encontrar el origen, en los baños y termas griegas.

De estas saunas, baños o termas, se prohibió la entrada a las mujeres, apartándolas de aquellos espacios donde se ponía el placer en el centro. ¿Quiere decir esto que no tenían espacios donde encontrarse y follar? No.

Que se haya delegado a las mujeres al ámbito reproductivo y de cuidados no significa la carencia de sexualidad en esos espacios; como eran las cocinas, los lavaderos, las orillas de los ríos…

Actualmente, para entender la existencia y abundancia de las saunas “gays” en las grandes ciudades, tenemos que levantar la vista hacia el capitalismo rosa y el turismo LGTBI+, a pesar de que podríamos poner el foco en los hombres gays y bisexuales. El capitalismo ha adoptado como un mercado más al colectivo LGTBI+ y allí ha encontrado un negocio donde ganar mucho, mucho dinero. De acuerdo con esta lógica, ofrecer espacios sexualizados solo para hombres es más que rentable en una ciudad como puede ser Barcelona, donde encontramos un gran abanico de saunas, algunas de ellas abiertas 24 h.

Históricamente, los hombres gais, bisexuales y hombres que tienen sexo con hombres, también han generado zonas donde practicar sexo en el espacio público, estos espacios se denominan zonas cruising. Nos referiríamos a parques, bosques, playas y lavabos públicos, generalmente zonas amplias con poca luz, donde intermediando unos códigos de comunicación basados en la mirada puedes mantener prácticas sexuales.

¿Pero, dónde follamos las lesbianas, bis, y otras mujeres que tienen sexo con mujeres? ¿Por qué no disponemos de espacios sexualizados fuera de nuestro ámbito privado?

A las personas socializadas como mujeres se nos ha transmitido la idea de sexualidad con unos parámetros que engloban la intimidad, el ámbito privado, el riesgo, el amor romántico…

La construcción de nuestra sexualidad y de nuestro deseo no ha puesto en el centro el placer, sino el trabajo de cuidados, la reproducción, y la complacencia (que no implica siempre que los espacios de cuidados estén desvinculados de las sexualidades). Se nos ha dado una información escueta, que para empezar no favorece el autoconocimiento de nuestro propio cuerpo y anatomía sexual, y que transmite miedo y riesgo hacia cualquier propuesta que salga de la norma cisheteropatriarcal. Unos marcos estrechos y asfixiantes, de los cuales salir conlleva un castigo.

Si ya hablamos de la sexualidad de las personas con vulva que follamos con otras personas con vulva, nos iríamos a un paisaje neblinoso donde las referencias brillan por su propia ausencia.

En general, las lesbianas y bis hemos aprendido a compartirnos sexualmente sintiendo que no teníamos información ni de cómo follar ni de cómo tener una buena salud sexual, con unas ideas socialmente esparcidas de que si la “tijereta”, de que si somos amigas y no tenemos sexualidad, que si el papel film en la vulva…

El capitalismo, las interseccionalidades que nos atraviesan, la socialización de género, la misoginia y la construcción de nuestras sexualidades han hecho que no se invierta ni en métodos de barrera, ni en crear espacios sexualizados para lesbianas y bis, porque la sexualidad no ocupa el centro del imaginario social e identitario, y, por lo tanto, se entiende que económicamente no somos rentables. Más allá de la existencia de espacios autogestionados sexualizados, las lesbianas, bis, personas NB y trans* estamos muy perdides en cuanto a encontrar lugares donde relacionarnos sexualmente fuera de nuestras casas y fiestas, y desacostumbrades a relacionarnos desde códigos de sexo en grupo y en público. ¿Desacostumbrades o vetades? 

¿Y si generamos estos espacios, qué pasaría?

 

Autoría: Maio Serrasolsas Moreno