Una intersección para disputar la hegemonía a Batman.
“Desmontemos las Masculinidades” es un proyecto cuyo objetivo principal es reflexionar y cuestionar prácticas que constituyen pilares fundamentales de las masculinidades hegemónicas. Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de hegemonía? Pareciera que, pasado un siglo desde que Antonio Gramsci acuñara el término para la sociología, este se ha popularizado y naturalizado hasta el punto de no requerir de una explicación. Sin embargo, aquí, nosotres, lo empleamos como una perspectiva muy concreta para entender e intervenir en realidades que deseamos cambiar.
Cuando hablamos de hegemonía nos referimos a una forma de opresión articulada por una estructura jerárquica de prácticas, donde la idealización de determinadas expresiones culturales tales como formas de hablar, vestir, comer, ser y actuar otorgan mayor prestigio que otras. La peculiaridad de dicha estructura es la de ser dinámica y siempre cambiante, es decir: existe una disputa constante entre las diferentes clases sociales por escalarla y obtener prestigio para sus propias prácticas o hacer suyas prácticas prestigiosas hasta ese momento exclusivas de otros grupos. Por lo tanto, cuando hablamos de hegemonía, nunca hablaremos de una forma de dominación substanciada en un tipo fijo de acciones, personas o instituciones.

Dicho así, podríamos pensar que la movilidad social es un hecho común; sin embargo, la sociología ha demostrado en reiteradas ocasiones la inmensa dificultad de los grupos subalternos para controlar los medios de producción material y cultural que les permitirían aumentar su influencia. Esto, constituiría una contradicción si no entendiéramos que una cualidad indefectible de la cultura hegemónica es su gran capacidad para construir marcos simbólicos que capturan los imaginarios de las subalternidades, generando una órbita gravitatoria donde las personas perciben su relación con la hegemonía como perjudicial solo en parte o peor aún, en parte beneficiosa.
Será Readwin Connell, una de las sociólogas más importantes de finales del s. XX y principios del XXI, quien vinculó la teoría gramsciana con la masculinidad, demostrando que el modelo hegemónico de hombre es un ideal inalcanzable para la mayoría, pues entre otras muchas cosas implica ser blanco, con dinero y afortunado en la asunción de grandes riesgos; delgado, fuerte, de salud inquebrantable y una líbido sexual infinita; valiente, insensible y muy capaz, cuando es necesario, de ejercer la violencia con honor, justicia y equidad; etc. En resumidas cuentas, implica ser Batman.
Es precisamente sobre esa contradicción, el anhelo imposible de ser Batman, donde “Desmontemos las Masculinidades” desea trabajar, justo en aquellas encrucijadas vivenciales donde la experiencia personal es capaz de disputar el discurso al ideal hegemónico. Para ello, hemos diseñado cuatro talleres en los cuales, partiendo de la cultura audiovisual mainstream, hemos reflexionado con más de cien personas de edades y géneros diversos sobre diferentes temas tales como violencias, amor romántico, pornografía, salud, diversidad sexual, de géneros y cuerpos, etc. El tiempo compartido a lo largo de diez sesiones nos ha permitido enriquecernos con los saberes y experiencias de nuestro entorno más cercano, descubriendo de forma conjunta herramientas que nos ayuden a construir masculinidades diversas, equitativas y sensibles al padecimiento propio y ajeno. En definitiva, masculinidades que no requieran de una rancia máscara de murciélago.